jueves, 12 de enero de 2012

Leyenda sobre el monasterio de San Antolin de Bedón

En el siglo XI vivió Munio Rodríguez Can, o también conocido por el Conde Muñazán, hijo de Don Rodrigo Álvarez de las Asturias, un hombre cruel y sanguinario.

Un día el conde fue de caza por territorio de Llanes cuando le sorprendió una tormenta, empezó a buscar un refugio pero no encontró ninguno, así se le hizo de noche rodeado de tinieblas rasgadas por fuertes relámpagos. Después de mucho correr vio una cabaña de la que salía una luz resplandeciente, se aproximó y vio una bellísima muchacha, que estaba arrodillada rezándole a una imagen. Él se encaprichó con ella. La muchacha la llamaban “la huérfana de San Antolín”, estaba rezando por la vuelta de su prometido que había ido a la guerra. El conde entró e intento conquistar con elogios y también con amenazas a la joven, que asustada huyó corriendo. Muñazán la quiso seguir pero un relámpago estalló delante de él y la chica pudo esconderse. Al día siguiente el conde se marchó jurando vengarse de ella. Días después pasó por allí, ella estaba cogida de la mano de su pretendiente y lo miraba con ojos amorosos, el conde se enfureció tanto que armado con una ballesta entró y mató a los muchachos. Pasado el momento de ira, observa la escena arrepentido y huye despavorido, pero su conciencia no paraba de repetirle “Asesino”.

Tiempo después, Muñazan se siente más culpable que nunca y en un momento de inspiración decide vender todo lo que posee y levantar un monasterio donde antes estaba la cabaña de la huérfana. Se desprende de sus lujosas ropas, se viste con la ropa de monje y se dedica a la oración para redimirse de sus pecados.

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